Hay muchas cosas que los colombianos tenemos en común, una de ellas es que todos reconocemos ese pocillo blanco con la bandera pintada y la leyenda que dice “café de Colombia”. Otra es que seguramente nos hemos tomado un tintico en una de esas vajillas mientras estamos en el parque de uno de los municipios del país... pero hay una más, y es que quizás ni vos ni yo -que soy de pueblo cafetero con papá cafetero- sabemos tomar café.
Sí, quizás te suene raro, pero Colombia a pesar de producir uno de los mejores cafés del mundo, toma mal café. Porque como dicen por ahí “en casa de herrero azadón de palo”.
Hoy la finalidad no es que entendamos las causas políticas, económicas o sociales del por qué esto es así. Sin embargo, les haré un breve resumen para que entendamos algo del contexto: el café fue para el país una excusa para la industrialización y el desarrollo en épocas en que la violencia azotaba el día a día, con la Segunda Guerra Mundial el precio cayó y se llegaron a acuerdos internaciones y a decisiones como que el café de mejor calidad fuera para el exterior, tanto así que hasta hoy, según la Federación Nacional de Cafeteros, Colombia exporta aproximadamente el 90% de su café e importa a su vez unos 800.000 sacos de lo que conocemos como pasilla, un café de baja calidad. Lo que quiere decir que sí, que es entendible que no tengamos idea de métodos de preparación ni de lo que significan palabras como tostión o molienda, porque llevamos décadas siendo expertos en producir más no en consumir.
Sabemos que esto ha venido cambiando en los últimos años, que el mundo de los cafés especiales y los tours cafeteros han servido para educarnos en un universo al cual éramos ajenos, y nosotros también queremos poner nuestro granito de arena en eso.
Lo que vas a leer a continuación son unos tips, consejos o truquitos que en Manso hemos ido aprendiendo sobre el café, para que la próxima vez que vayas a comprarlo al supermercado tengas unas pequeñas bases y te sea más fácil elegir uno de excelente calidad:
- Lo primero es que te alejes de las marcas tradicionales de cafés instantáneos. Sí, sabemos que son las de toda la vida pero es hora de darle espacio en tu alacena a las marcas de los pequeños y medianos caficultores.
- En el café -a diferencia de otros productos- la fecha que realmente importa es la de tostión, no la de vencimiento. Entre más reciente sea la fecha de tostión, mejor. Eso significa que el café está fresco.
- Que impregne todo con su olor. Que cuando presiones la válvula el aroma pueda sentirse fácilmente.
- Si tienes que echarle azúcar para ocultar su amargor, no es un café de la mejor calidad. En un buen café podrás percibir -o eso dicen los que saben- notas dulces, cítricas y frutales.
- Aprende a identificar cómo te gusta más el café: con mayor o menor acidez. Esto depende de la altura donde fue cosechado, a mayor altura mayor acidez. Así te será más fácil elegir uno que vaya acorde a tus gustos.
- Si tienes la posibilidad, en grano siempre será mejor. Nada como la experiencia de disfrutar un café recién molido en casa.
- Métodos para preparar café, muchos. Descubre el que más te guste y te sea más útil en el día a día. Si nunca te has acercado a este mundo te recomendamos que empieces por la prensa francesa: es fácil de conseguir, de usar… ¡y el café queda delicioso!
Esto es una invitación a conocer más de lo nuestro, de eso que nos hace reconocidos a nivel mundial y de lo que nos jactamos ser expertos. Es una invitación a apoyar a nuestros caficultores y a todas las familias que viven del campo colombiano, a que cada día, en esa taza de café que tomamos al desayuno o después del almuerzo, recordemos que lo que estamos consumiendo es el resultado de años de esfuerzo, trabajo duro y dedicación de hombres y mujeres que hacen posible que ese café llegue a tu mesa.
