Quienes somos de un pueblo o tuvimos la fortuna de vivir algún periodo de tiempo en uno, sabemos que hay una época en la que se hace imperativo volver: en Navidad. No hay motivo de fuerza mayor, calamidad doméstica o viaje planeado con seis meses de anterioridad que desplace de la lista de prioridades el pasar al menos el 24 o el 31 de diciembre en el terruño.

Las hojuelas, la natilla y el buñuelo de ciudad no tienen comparación alguna con recibir todos los días en la puerta de la casa un platico tapado con “papel chicle” que contiene esos manjares ancestrales provenientes de la casa de los Puerta, los Restrepo, o los López. No hay nada como volver a tener a todos los amigos de la infancia reunidos en un solo lugar o salir a ver los alumbrados por todos los barrios con sus típicos farolitos del día de las velitas y conversar cuál es el que se lleva el premio al mejor iluminado o al más animado.

Y es que aunque debo admitir que no estoy del todo de acuerdo con la famosa canción "navidad de los pobres, qué feliz navidad" -ya que se me hace algo despectiva- sí entiendo a qué se refiere. Es que la navidad se trata de compartir y celebrar, y de eso sí que se sabe en los pueblos o en la ruralidad. 

La muestra más clara son las novenas de aguinaldos, en todos los barrios se hacen y si tienen una familia grande, seguramente es tradición que cada día le corresponda a la casa de un familiar diferente. Las novenas son la excusa para comer arroz con leche, Natilla, manjar blanco o miguelucho, ya que no hay rezo durante los nueve días que no termine en una meriendita y una buena actualización de los acontecimientos reciente, o también conocido como una echadita de chisme. Ah, y no nos podemos olvidar de las novenas que realiza el municipio o entidades como los hospitales. Todas estas, aparte de lo ya antes mencionado, terminan el 24 de diciembre con un regalito para los niños que suele ser una muñeca (que se baña o llora) o un carrito tipo tractor. 


Las calles se llenan de fiestas sin algún motivo aparente más que celebrar que por fin llegó navidad, las vías se cierran para poder caminar de casa en casa y en otras épocas (cuando no era penalizado) podías ver un marranadas hacerse mientras los demás bailaban y disfrutaban a su alrededor. Hoy hay ollas con chicharrones, papas y mazorcas en la parrilla dispuestos para cualquiera que pase, sea invitado de la fiesta o no. También música parrandera, dos sillas unidas haciendo de cama para el niño que se quiere dormir (y cuyos padres aún no se quieren ir) y, si la fiesta va hasta el amanecer, una olla de sancocho para el desenguayabe. 

Pero, independientemente de que elijas pasar esta época en un pueblo, finca o en la ciudad, solo o acompañado, estas son fechas para compartir con conocidos o no, para revisar el año que está a punto de terminarse y sobre todo: para agradecer. 

Entre todo lo que nosotros tenemos por agradecer estás tú. Gracias por acompañarnos en este camino, por creer en este sueño y por acompañarnos en cada pequeño paso.  Esperamos que sean muchos años más caminando juntos y sobre todo: gracias por todos los bolsitos que vas a comprar para tus aguinaldos o traídos del niño Dios :) 

Les deseamos una muy muy feliz navidad,  

- Con amor, toda la familia Manso